Admítelo, seguro pensaste: “Si con sólo tres gotitas de este serum que acabo de comprar mi piel está más linda y luminosa ….¿qué pasaría si le pongo seis?” O tal vez te sentiste tentada de probar las larguísimas rutinas de cuidado de piel koreanas con tantos pasos y engreimientos, que incluyen doble limpieza, exfoliación, tonificación, hidratación … y podría seguir con la lista. Te entiendo perfecto, la verdad es que con tanta oferta de excelentes productos, es fácil caer en la tentación y pensar que mientras más productos le pongas a tu piel, es mejor. Pero en el fondo tu sabes que eso no es cierto ¿no? El equilibrio es clave en esta vida, incluso en tu cuidado de piel.
La piel que está saturada de productos tiene un nombre: asfixiada o asfíctica, y se puede comportar de varias maneras: por ejemplo te pueden salir pequeños quistes color blanco en las mejillas y contorno de ojos. Estos quistes se llaman “miliums” y son producto de la obstrucción de los folículos pilosebáseos que están teniendo problemas para liberar el sebo al exterior. Este sebo se solidifica dentro del poro taponeándolo y formando pequeños quistes. Tu piel también puede reaccionar irritándose y “pelándose”, especialmente si te excediste con la exfoliación. También puede sentirse rugosa, áspera y acartonada. Si sientes que tu piel está comportándose diferente, la doctora Ursula Rivas, recomienda guardar tus productos en un cajón –por un tiempo- y hacer una monoterapia. ¿Qué es esto? Regresar a lo más básico: limpieza (ella recomienda Cetaphil, que es muy respetuoso con la manta protectora de tu piel) y protección solar mineral, que –como sabes- irrita menos la piel porque no se absorbe). Así de básico. A esto, si hay irritación, puedes aumentarle el uso de un producto reparador cutáneo, como por ejemplo Cicabio de Bioderma que ayuda a cicatrizar, balancear y calmar tu piel. Si hay quistes de milium evita usar cualquier pomada ya que podría obstruír más los poros. Continúa con esta rutina por tres días hasta que notes que tu piel recupera su estado original y después poco a poco anda aumentando tus productos uno por uno. Pero sin excederte, ya sabes que el exceso de amor puede abrumarla y regresará a sentirse “asfixiada”.
¿Qué hacer para que no te pase y mantener siempre una relación sana con tus productos de piel? La respuesta es muy fácil: sentido común. Siempre sigue las indicaciones que vienen en el producto. Cómpralos en un lugar certificado donde te puedan asesorar según tu tipo de piel y compra lo que necesites –no lo que a tu amiga o a tu mamá le funciona- úsalo en las cantidades sugeridas por el laboratorio de fabricación y en los tiempos recomendados (una vez al día o dos veces al día, no más). Y si te pasa, que a todas nos ha pasado, que te dejas llevar por el enamoramiento inicial con tu nuevo serum, y tu piel está empezando a “actuar raro” recuerda esa frase tan odiada (y común): “no eres tú, soy yo”. No son los productos sino cómo, cuando y cuanto de ellos estás usando.
¡Feliz San Valentín!