Este primer paso es importantísimo porque te dará el conocimiento que necesitas para aprender a cuidarla, a estar atenta a cualquier cambio (nos gusta decir que son “mensajes” que tu piel te manda) y a escoger tus productos. El cuidado que nosotras siempre te propondremos es integral: la alimentación, el bienestar emocional, el ejercicio y los productos que usas, todo tiene un impacto en la salud de tu piel.
Tenemos una relación amor/odio con el término “normal”. Creemos que debería llamarse “piel privilegiada” o “piel de la suertuda”. Te explicamos: cuando tu piel es “normal” o “no reactiva” tienes algunas ventajas como por ejemplo, poder usar casi todos los principios activos sin causarle problemas a tu piel (dijimos CASI). Escoger tus productos tendrá que ver con tu edad, estilo de vida y condiciones asociadas:
¡Cualquier tipo de piel que esté hidratada merece una estrellita de premio! Eso puede significar dos cosas: que la cuidas, que tomas suficiente agua, comes saludable y usas por lo menos un hidratante pero también puede significar que fuiste bendecida con una genética envidiable. En cualquiera de los dos casos la clave con este tipo de pieles es la prevención. ¿Estás usando un serum antioxidante? ¿Te va bien el protector solar que usas a diario? Tenemos algunas propuestas para ti.
Depende del grado de deshidratación para actuar. Si sientes tu piel tirante y que tus cremas no penetran (como tratar de poner un hidratante a una esponja seca, simplemente no se absorben) estamos hablando de una piel muy seca, donde las células muertas están tan adheridas y acumuladas que parece una lámina impermeable. Por otro lado, una piel con deshidratación leve amanece seca pero durante el día va mejorando gracias a su propia secreción de sebo.
En cualquiera de los casos, tu rutina básica debe incluir : limpiador, un exfoliante de preferencia químico, un serum hidratante y durante la semana una mascarilla hidratante, puntos extra: un aceite u óleo para aportar la hidratación y luminosidad que tu piel necesita. No te olvides de un producto para el contorno de ojos y un protector solar, te vendría bien uno fluido o cremoso. Creemos que estos productos te pueden gustar.
No estás sola. La mayoría hemos pasado por este tipo de piel durante la adolescencia y puede ser que dure varios años. Es más, es el tipo de piel más común. El truco es tratar cada zona de tu piel de manera puntual, según lo que necesita. Escoge un buen limpiador (en verano uno para piel oleosa en invierno uno para piel normal), exfolia tu piel suavemente un par de veces por semana, usa un tónico astringente o agua de rosas sólo en las zonas oleosas e hidrata las zonas secas de tu piel con un hidratante ligero evitando la zona T en verano.
Las señales pueden ser varias: algunas líneas de expresión o algo de flacidez, sobre todo del contorno del rostro. Los cambios hormonales son los culpables de la disminución del efecto de los estrógenos en nuestra piel. Considera entre tus básicos un buen antioxidante, de preferencia que contenga vitamina C o resveratrol, algo de retinol o alfa hidroxiácidos para suavizar las arrugas y no te olvides de usar un producto reafirmante.
La piel oleosa puede ser causada por muchos factores: genética, dieta, estrés … ¡hasta el clima influye! Pero básicamente es causada por una producción excesiva de sebo, lo que podría llevarte a tener a poros tapados y agrandados. Pero tranquila: tu futuro es bastante prometedor, ya que el exceso de sebo actúa como hidratante previniendo la aparición de arrugas. Busca estos principios activos: alfa y beta hidroxiácidos, retinol, y ácido dioico. Busca productos con texturas en gel o serum líquidos.
Nos referimos a esa piel que tiene diferentes tipos de lesiones de acné, espinillas y comedones en nariz o mentón y alguna/s pústulas que se acentúan con el periodo menstrual. Primero lo primero: visita a tu dermatólog@ para tratar las diferentes lesiones. El paso más importante en tu rutina es la limpieza para evitar la propagación de las bacterias asociadas al acné. Aquí podrás encontrar algunos de nuestros productos favoritos, especiales para tu tipo de piel.
Si eres de las que tienen piel sensible … ¡no entres en pánico! De hecho aquí en Encremadas pensamos que tener una piel sensible o reactiva puede ser una “bendición disfrazada” ya que vas a tener que conocer al mínimo detalle tu piel para saber qué es lo que la hace reaccionar. Para comenzar debes saber que tienes que tratar tu piel como tratarías una blusa de seda delicada: nada de detergentes fuertes, nada de frotarla ni de usar agua muy caliente. Te volverás una experta leyendo las etiquetas para evitar los ingredientes que no te caen bien y básicamente aprenderás a tener una comunicación bastante fluída con tu piel, porque eso sí: tu piel es en extremo comunicativa … ella te está hablando y exige que la escuches.
Cualquier tipo de piel mientras esté hidratada tiene ventaja sobre las demás. ¡Así que sigue haciendo tu tarea! Existen muchos productos que contienen ácido hialurónico, proteoglicanos y glucosaminglicanos que hidratan sin irritar hasta las pieles más sensibles, eso sí … cuidado con qué otros ingredientes estén combinados. Por regla general para pieles sensibles: mientras menos ingredientes es mejor.
Para las pieles sensibles también hay antioxidantes seguros y los protectores solares que más les conviene son las que contienen únicamente minerales.
Ursula nos cuenta que este tipo de piel es bastante común verla en consulta. ¿Sabes por qué? Porque se irrita con tanta facilidad que las personas con esta piel no se aplican NADA, absolutamente NADA. Aquí el trabajo comienza por dentro: la hidratación comienza ingiriendo verduras y frutas con alto contenido de agua y además de tomar muchos, muchos, muchos vasos de agua al día. El café no cuenta en este caso, empeora la deshidratación de la piel. Al igual que el cigarrillo … ¡en todos los casos!
En las pieles sensibles que se encuentran deshidratadas se empieza de a poco, como monoterapia: una crema hidratante para corregir inicialmente y el protector solar mineral. Luego poco a poco se va introduciendo más cositas.
Es común que una piel sensible se encuentre inflamada y por lo tanto sus glándulas sebáceas estén hiperactivas produciendo más sebo de lo normal. Así que no te equivoques y no trates de corregirlo usando productos en geles o limpiadores astringentes o para acné (típico error). Lo que tienes que hacer en la mayoría de casos es desinflamar, y eso se consigue con bálsamos. Los bálsamos tienen la propiedad de calmar. Es como la sopita de pollo de mamá cuando estás resfriada pero para la piel. Y a pesar que su textura a veces es untuosa, al lograr desinflamar la piel, deja de producir sebo.
Es parecida a la anterior pero el brillo del sebo lo tiene solo en la nariz y frente (lo que llamamos zona T). Entonces el truco es tratar los problemas localizados. Sólo en la nariz tratar esa hiperactividad sebácea.
Generalmente una piel sensible que llega a la madurez y no ha sido cuidada apropiadamente llega más delgada y flácida, antes que la piel de sus congéneres. Por eso hay que prevenir y no sólo tratar en su rutina diaria. Ayudarse con tratamientos reafirmantes como mascarillas o faciales y visitar a un dermatólog@ para que trate esas venitas rotas que fueron apareciendo a lo largo de los años.
Cuando una piel sensible presenta acné no hay que pensarlo dos veces y hay que acudir al dermatólog@. El acné en pieles reactivas es difícil de manejar ya que en cualquier tratamiento tópico los productos son irritantes, por lo que se tiene que hacer un trabajo escalonado. Muchas veces la mejor opción es hacer un láser suave para eliminar las baterías del acné.
Estos son los diferentes tipos y condiciones de tu piel. Esta información te servirá como referencia para que siempre regreses cuando tengas alguna duda.
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